Descripción
Se suele decir que hay virtudes típicamente franciscanas: la pobreza, la sencillez, la humildad, la fraternidad, la minoridad…; pero con lo que eso tenga de verdad podemos quedarnos muy en la superficie. En esta obra se quiere ahondar más y ver si es posible detectar ese trasfondo que las hace posibles y del que ellas brotan. Sólo así podremos percibir la experiencia de Francisco y perfilar la identidad de sus seguidores.
Francisco confiesa que el mismo Altísimo le reveló que “debía vivir según la forma del santo evangelio”. Su vida arranca muy de dentro y es muy suya; pero, sin sentirla nunca como ajena, se la atribuye siempre al Señor. Es por eso que da a sus hermanos la consigna de aplicarse en lo que “por encima de todo deben anhelar: tener el Espíritu del Señor y su santa operación”. Sólo este Espíritu puede comunicar la sabiduría de la cruz; sólo Él puede hacer que uno viva “espiritualmente”; sólo Él puede construir al “hermano menor”.
En el evangelio revelado a Francisco, se ha encontrado él con un Cristo pobre y entregado, ha sido el modelo que el Espíritu le ha mostrado. En ese centro está la fuerza; es muy íntimo y espiritual, pero tiene la capacidad de transformar al hombre y revestirlo de evangelio haciéndolo “cristiano” en el más hondo sentido de la palabra. Así se podrá ser franciscano.
Reflexionar sobre el carisma franciscano a la luz de la experiencia cristiana de Francisco comporta:
- Un recuerdo de lo que Francisco quiso vivir con sus hermanos desde el momento en que s ele dio una forma de vida.
- Una asimilación. Si recordamos los inicios y volvemos a las fuentes, hemos de estar abiertos a ser tocados, a dejarnos inquietar, interrogar por ellos.
- Una actitud de escucha. la propia identidad la asimilamos en la escucha constante. la escucha es la que mantiene despierto el anhelo y el recuerdo.
- Un discernimiento. Porque se nos adhieren elementos que no configuran la identidad, desviaciones que llevan a perder lo esencial o a mal interpretarlo.
- Una invención. La identidad la descubrimos en las fuentes y la recreamos en nuestra vida y en nuestro mundo. No es mímesis sino recreación.
Este libro de Ángel Fernández de Pinedo arroja luz y es una gran ayuda para iniciar este proceso de reflexión.