Francisco de Asís y el Sultán – Manuel Corullón
“Francisco de Asís y el Sultán”, un libro que llega hasta nosotros en un momento importante de la historia humana, cuando muchas de las disputas entre pueblos tienen que ver con la religión: se ha tomado y se toma el nombre de Dios para aniquilar a otros. Piénsese en los recientes atentados en Europa, así como lo que ocurre en Siria o Palestina, sin contar otros conflictos.
¿Qué nos puede aportar esta obra ante esta realidad de intolerancia y fundamentalismo religioso?
El hermano franciscano Manuel Corullón nos ofrece una puerta para adentrarnos en la manera de pensar y, sobre todo, de sentir de Francisco de Asís ante aquellos que tenían una religión diferente a la suya. El libro nos enseña cómo Francisco, adentrándose en casa del Islam, inaugura un nuevo modo de relación y diálogo con los musulmanes; relación que se apoya en el diálogo, la escucha y el encuentro, las únicas armas de las que dispone un hijo del Evangelio; y muestra a todos una puerta abierta y novedosa en las relaciones con el Islam.
Un estupendo material espiritual con bases históricas, que no pretende simplemente informar, ya que ha nacido de la experiencia de vida del autor desde su más de 15 años de inserción en medio del pueblo musulmán. Una experiencia de vida que lo ha llevado a abrirse a lo diferente, a despojarse de prejuicios adentrándose en su cultura y tradición religiosa, a conocer su lengua…
Pero en el libro se ofrece un camino que no se limita al diálogo interreligioso con el Islam sino que se puede extrapolar a numerosas realidades de nuestro mundo que nos exigen aprender a convivir con quienes son diferentes a nosotros. En un mundo donde se busca cada vez más la confrontación frente al diálogo, el ataque sistemático frente al respeto, la intolerancia frente a la acogida del diferente, necesitamos de maestros como Francisco de Asís que nos guíen por caminos nuevos de respeto y acogida, de encuentro y diálogo; sentirnos, como él, desde la humildad y el abandono de todo espíritu de superioridad, hermanos de todos y de todo.
El Dios de Francisco, que no era otro que el Dios de Jesús pobre y crucificado, no tiene fronteras. Somos nosotros quienes a lo largo de la historia vamos construyendo los muros que nos dividen y separan.