Descripción
Franciscanos en Marruecos. Ocho siglos de encuentros
En “Franciscanos en Marruecos. Ocho siglos de encuentros”, hemos querido hacer un trabajo de memoria, en el doble sentido que tiene este término en nuestras respectivas tradiciones.
Para nuestros hermanos del islam, a los que les gusta rotular en el parabrisas de sus coches «no olvides el recuerdo de Dios», se insiste sobre la evocación: se trata de expresar para recordar; de escribir para dar testimonio a aquellos que han pasado. Sin querer hacer obra de historiador y sin tener la pretensión de aportar elementos nuevos, queremos traer a la luz a hombres y mujeres que, tanto por sus palabras como por sus obras, tienen algo que decirnos. Todo lo que podrá escribirse sobre ellos ya ha sido publicado, pero a menudo de manera dispersa y en obras que solo se encuentran hoy en antiguas bibliotecas. Nos parecía importante que su testimonio pudiese ser recuperado, reunido y compartido.
En la tradición judeo-cristiana la noción «memorial» aparece como un recuerdo del pasado que contribuye a hacer presente lo que evoca: se trata por tanto de evocar un pasado para hoy, un pasado actuante en la experiencia actual. En ese sentido, nos ponemos a la escucha de los ecos y de las resonancias entre la vida de estos testigos y los desafíos del diálogo y del encuentro hoy en día, tratando de aprender de ellos sin anacronismos.
Francisco y Clara de Asís habían expresado su ardiente deseo de partir a Marruecos para dar a conocer el Evangelio al mundo musulmán. Francisco fue finalmente a Egipto donde, en Damieta, se encontró con el Sultán ayubí Malik Al-Kamil en el transcurso del otoño de 1219, y fueron cinco hermanos italianos (Berardo, Otón, Pedro, Acursio y Adyuto) los que fueron enviados hacia el país de los Moros por el Capítulo general de los Hermanos Menores de 1219. Allí, en Marrakech, murieron mártires el 16 de enero de 1220, seguidos de cerca por Daniel y sus compañeros martirizados el 10 de octubre 1227 en Ceuta.
Por la entrega de su vida, abrieron la puerta a ochocientos años de encuentros de todo tipo entre la familia franciscana y el mundo del islam marroquí. Desde las prisiones hasta los hospitales, desde las parroquias hasta las escuelas, desde las ciudades hasta los campos, desde los fracasos y los desencuentros hasta las amistades profundas, los hermanos y las hermanas estuvieron presentes a lo largo de los siglos, tejiendo relaciones discretas, pero tenaces, de las que nos beneficiamos aún hoy.