¡El Señor te dé la Paz!

por | Sep 20, 2016 | Espiritualidad Franciscana, Lecturas recomendadas

Hoy martes 20 de septiembre, treinta años después de aquel histórico encuentro de oración por la paz que convocó san Juan Pablo II, el papa Francisco invita a todos a vivir “una Jornada de oración por la paz”. Hombres y mujeres de religiones y culturas diferentes, se han reunido durante 3 días en Asís para hablar, confrontarse y orar uno junto al otro en el Espíritu de Asís.

PAZ MUNDIAL

Entonces y ahora, Asís, la tierra que acogió a Francisco y Clara, es punto de encuentro, ventana al mundo, para todos los creyentes que, desbordados en su pequeñez ante la magnitud de la violencia que de tantas formas amenaza a la humanidad, quieren alzar juntos las manos para pedir el don de la Paz.

Nosotros reflexionamos sobre la Paz de la mano de Monseñor Carlos Amigo y de su libro “Francisco de Asís. en el bien encontrarás la paz”:

Todos los hombres hablan de la paz. No hay discurso que se precie donde esta palabra no tenga su lugar. Todos quieren ser agentes de paz y nadie quiere desea recibir el sambenito de ser tildado como enemigo de la paz. Todas estas soflamas en favor de tan deseado objetivo, con frecuencia aparecen en el discurso llenas de agresividad, de humillación del contrincante, de manipulación del lenguaje para disimular las actitudes violentas.

La paz no puede ser un término ambiguo, equívoco, acomodaticio. Es una palabra sagrada que no ha de ponerse en los labios si no está metida muy adentro del corazón, de donde nacen los deseos auténticos y eficaces, que buscan por encima de todo la fraternidad entre las personas, las buenas relaciones en la convivencia, los encuentros entre todos los países buscando un bien que pertenece a toda la humanidad. Pero junto a unos artificiosos convenios para establecer la paz, permanecen los gestos violentos, exclusiones, injusticias y atropellos, guerras siempre incomprensibles. Las palabras escritas pueden ser de paz. Los gestos, de violencia.

La paz no es solamente equilibrio interior, quietud y reposo, autoestima, aceptación de la realidad. La Paz es algo más que una actitud y disposición individual, es el concierto de una fraternidad en la que todos se sienten a gusto disfrutando de un bien que para todos se ha dado. Al final, la paz es sentir y gozar la presencia del bien, sobre todo del bien con mayúscula. Del sumo y perfecto bien que es Dios.

Se equivoca tanto el que supone que el caminar por este mundo va a ser un sendero alfombrado de rosas, como aquel que lo considera un espacio agresivo e inhabitable en el que solamente triunfa el mal y la injusticia.

Si quieres alcanzar la paz, no te olvides de de caminar abrazado a la justicia. Pues sin reconocer, respetar y defender los derechos que a unos y a otros nos asisten, a parte alguna de la convivencia pacífica se puede llegar. A ello habrá que unir el trabajo por la concordia en la vida social, el poner a disposición de los demás aquello que en inteligencia y en afán del bien hemos recibido, ofrecer el testimonio de una vida justa y honesta. Solamente del corazón lleno de paz se puede repartir y comunicar la paz.

Cristo es nuestra paz. Por eso la paz que predicamos los cristianos, y por la que se ha de trabajar cada día, es la que hemos aprendido en el Evangelio: ¡mi paz o dejo, mi paz os doy! Tan lejos de la agresividad como de la indiferencia. Tan cerca de Dios como de la caridad fraterna.

Así es como entiende Francisco de Asís el don de la paz. Ni legítima defensa, ni resistencia pacífica, que puede ser legítimo e incluso obligatorio. Pero el Señor le ha revelado que él tendrá que unir siempre la paz y el bien. Si esto te lleva al bien será camino de paz. Y si la paz es un deseo sincero te encontrarás con el bien. ¡Qué más se puede pedir de la paz!

El gran deseo de Francisco era que todos vivieran en paz. Y, convencido de que se trataba de algo tan valioso y digno, quería compartirlo con todos y no tenía otra palabra de saludo más sincera para todos que:¡el Señor te dé la paz!
(“Francisco de Asís. En el bien encontrarás la paz”, Ediciones Franciscanas Arantzazu, 2013)

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